Empieza un nuevo curso y continúan los ataques a la educación pública. A la LOMCE y la subida de tasas generalizada del pasado año se suma el endurecimiento de los requisitos para poder acceder a una beca -su discurso es que tienen que ser un premio y no un medio para asegurar el derecho a estudiar de las cuales menos tienen-, el aumento de la nota mediana requerida (a un 6,5) y la exigencia de un mayor número de créditos a aprobar cada curso. Meritocracia y competencia es el que nos enseñan ahora en las aulas.
Estos ataques no son aislados. Son coherentes con la privatización otros servicios públicos, como la sanidad, así como con todas las medidas que van encaminadas al hecho que aquellas que no hemos creado la crisis tengamos que pagarla: desahucios, despidos, reducción de salarios, reducción de las prestaciones por desocupación... Mientras, se salvan en los bancos con miles de millones que salen de las arcas públicas y aquellas accionistas de grandes empresas piden que todas trabajamos más para cobrar menos; todo sin que los de siempre dejan de obtener beneficios millonarios.

Ante los ataques, tenemos que responder alto y claro que no queremos ser privadas del derecho a la educación. Tenemos que protestar en contra de la falta de profesores, que se despiden a las trabajadoras de nuestros centros. Tenemos que expresar que estamos cansadas de aulas masificadas y que cada vez tengamos que pagar más para recibir una educación de peor calidad. Porque queremos cambiar un sistema educativo que desde pequeñas nos separa según nuestro origen social, nos prepara para aceptar un mercado laboral cada vez más flexible, asumir el paro y para aceptar la pérdida de nuestros derechos.

Salgamos contra los recortes, aspiramos a expulsar a aquellas que nos gobiernan. Derribamos el gobierno de Rajoy, echamos a Wert, porque nos están haciendo elegir entre sus políticas o nuestras vidas.
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